La guerra fue un tiempo de hambre, muerte y miedo. El abastecimiento de alimentos para la población supuso un problema, sobretodo para los republicanos, ya que los nacionales dominaron desde el principio territorios donde la producción agrícola era importante. El racionamiento de los alimentos fue una práctica común. Las autoridades establecieron las cantidades de determinados alimentos que se podían recibir por persona y día.
La población civil sufrió también miedo ante los feroces combates o ante los bombardeos de las ciudades sitiadas. Las familias sufrían por el temor al reclutamiendo de los hijo más jóvenes y por la separación de sus miembros.
La vida cotidiana se vio sobresaltada por las represalias que tuvieron lugar en ambos bandos contra los simpatizantes de la otra zona. La forma más común de represalía practicada por los dos bandos fueron los llamados paseos.
Los fusilados solían ser enterrados en fosas comunes por la noche y sin ningún tipo de identificación. Hoy todavía se exhuman cadáveres de muchos de estos enterramientos anónimos.
Esta fotografía nos enseña una familia hambrienta durante la Guerra Civil Española.